miércoles, 29 de junio de 2011

Veía en esos ojos el reflejo del mismo sol radiante con el cual me iluminabas. Notaba esa sonrisa como algo que siempre iba a ver, hasta el fin. Sentía tus latidos más presentes, que los de mi corazón. Moría por que el fin no llegue y todo se aleje a un universo desierto. El sol no brilló más, tu sonrisa no perduró en mí y nuestro corazón se congeló por el lento frío al que nosotros mismos lo sometimos. Y sé que siempre quedan recuerdos, quedan pequeños y extensos escritos acerca de vos, quedan momentos, quedan palabras, queda tu olor y también queda ese algo que tantas veces me dejó sin aire: no puedo considerarme felíz sin vos a mi lado, no puedo desecharte como hago con todo lo que me perjudica. Ahora estoy acá, tirando los dados y viendo que sale.

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